¿Qué festejan?

El editorial de Pablo Rossi en La Nación Más desmonta el relato construido por el kirchnerismo en torno al duro revés electoral que sufrió en los comicios legislativos.
Pablo-Rossi

Por Pablo Rossi *

La pregunta del día después es: ¿qué festejan? ¿Qué festeja el presidente? No se entendió muy bien de qué se reía Fernando Espinoza ni cuál era la algarabía y la necesidad de impostación en el búnker del Frente de Todos. El populismo es la negación de la posibilidad de la derrota. Es la confirmación de que siempre hay una victoria por delante. Y el kirchnerismo ha sido siempre eso en su esencia.

Sintetizaría lo que ocurrió ayer diciendo que hubo un amplio triunfo del lado republicano y una negación populista. Los 8 puntos de diferencia a nivel nacional a favor de Juntos por el Cambio y las 15 provincias que rechazaron la propuesta populista así lo demuestran. Por primera vez el kirchnerismo perdió la posibilidad de manejar el quórum en el Senado.

Hay como una neutralización. En términos representativos, no hay un sector que pueda prevalecer claramente sobre el otro en el Congreso de la Nación. El clima de época también cuenta. Es un basta al populismo. Pero, específicamente, a un núcleo duro del populismo que es el pobrismo.

El pobrismo subsiste. Ahí está el núcleo duro del kirchnerismo. ¿Dónde prevalece? ¿Qué festejaban anoche en el búnker del Frente de Todos? Simple. Festejaban la conurbanización del peronismo cooptado por el kirchnerismo.

Ayer asistimos a una muestra de la doble faz de Alberto Fernández. ¿Cuál es el Alberto al que nos tenemos que atener para entender lo que viene? ¿Con el Alberto grabado de las palabras escritas de antemano? ¿O con el Alberto militante que llamó a festejar el supuesto “triunfo” del oficialismo?

Cuando el presidente dice que la presentación de un proyecto en el Congreso que represente el programa plurianual consensuado con el Fondo Monetario Internacional está avalada por todo el Frente de Todos, ¿significa un indicio de que sabe que Cristina Kirchner no lo va a bombardear?

Pero después del mensaje grabado, el mandatario se fue al búnker y pidió a la militancia “celebrar este triunfo como corresponde”. ¿Qué triunfo? ¿De qué nos perdimos? ¿Qué dato no leímos?

El populismo es negador de la realidad. No importa si es de izquierda o de derecha. Una de las cosas que instauró Donald Trump en Estados Unidos cuando buscaba horadar el sistema norteamericano fue la posverdad. Es decir, que un discurso imponga su relato en la realidad sin importar si es cierto o no.

No importa la verdad sino cómo se impone un relato o un discurso. Entonces, para el kirchnerismo es más importante que se los vea festejando que los números. Es más importante la manera en que se muestran festejando que el resultado.

No obstante, los números rojos de la Argentina evidencian que ninguna fuerza puede festejar. La oposición tiene por delante el desafío de enfrentar con una alternativa creíble lo que no pudo o no supo contrarrestar durante los cuatro años que gobernó Mauricio Macri. 40% de pobreza, 50% de inflación y 10% de desempleo son solo algunas de las cifras que interpelan a la clase política.

Más allá de eventuales subas de acciones y bonos argentinas, los grandes fundamentos de la economía argentina siguen igual o peor que el viernes. Por lo tanto, lo que queda por delante además de contar bien los números para ver cómo queda el Senado y la Cámara de Diputados es despejar la sarasa discursiva.

De las imposturas del oficialismo de festejar la derrota y también un poco del timorato festejo de la oposición que se había entusiasmado que con que iba por más. De que el cachetazo iba a ser mayor. De que al populismo se lo iba a reducir junto al pobrismo.

Los resultados en el centro productivo de la Argentina y la reacción de La Patagonia, donde en Santa Cruz salió tercero el kirchnerismo, tienen que ver con un basta al populismo.

A la vez, el mapa de la provincia de Buenos Aires nos muestra dos sesgos: el sesgo productivo y el sesgo pobrista. La Provincia productiva vinculada a la agroindustria sostiene a la concentración anómala de un país falsamente federal que se ha transformado en un núcleo unitario.

El pobrismo es el peronismo con su fase clientelar que todavía se mantiene. El país le ha dicho un basta muy importante al populismo. La vía venezolana no es posible en la Argentina desde ayer.

Pero la vía pobrista subsiste en el sector celeste del mapa bonaerense. Y allí podemos tener el huevo de la serpiente. Una mala opción de la oferta electoral y económica de Juntos por el Cambio puede hacer que esa mancha celeste vuelva a hacer teñir de azul el país.

* Editorial de Pablo Rossi en Hora 17 por La Nación Más

Quizá te interese