Por Pablo Rossi *
Un fracaso en toda la línea. Un fracaso máximo. Quizás el gobierno más ineficiente, inepto e incapaz de toda la democracia. Ya van dos años y no pudo gestionar nada con éxito. Ni la pandemia ni lo que prometió en campaña ni el acuerdo con el FMI que no llega.
El acuerdo de los acreedores privados que se debió hacer junto con el FMI fue malversado por el capricho del ministro de Economía que, salvo Remes Lenicov, mantiene el índice de inflación más alto de todos los que hemos visto pasar en los últimos 30 años.
Martín Guzmán no puede exhibir un solo triunfo. Si alguien dice que el acuerdo con los bonistas privados fue un éxito, cabe preguntarle cuál es el crédito que tiene la Argentina hoy y cuál es su riesgo país. El crédito es 0 y el riesgo país 1700 puntos básicos. No hay éxito tal.
Con el FMI ha sido un gran cuento chino. Lo único que ha vendido Guzmán es humo. Y el viernes pasado fue un día emblemático. El de la Cámara de Diputados ha sido un fracaso máximo.
El último viernes Máximo Kirchner ha revelado que la incapacidad no es sólo un atributo de Alberto Fernández. Kirchner ha revelado su incompetencia, sea planificada o espontánea, al tirar del mantel. La incompetencia está en toda la línea del Gobierno.
Ni Massa con sus habilidades negociadoras pudo revertir lo que el hijo de Cristina y de Néstor malversó. Están acostumbrados a mandar. Están acostumbrados a mirar la democracia desde el populismo autoritario.
Máximo Kirchner está ocupando cargos por encima de sus posibilidades y está poniendo al peronismo en jaque una vez más. Fueron derrotados en las elecciones. El 67% del país les votó en contra pero actúan como si hubieran ganado. Y tienen conductas políticas tan erráticas y tan descontextualizadas que provocaron lo que provocaron.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya estaba lejos de un acuerdo. Con el bochorno del parlamento, no cabe la menor duda que está pensando qué hacer con Argentina, un caso fuera de serie. Casi salido de una ficción de Netflix. Un país inverosímil.
¿Qué va a ocurrir en los próximos dos años? ¿Cuál va a ser el presupuesto mínimo para tratar de encauzar un programa con el FMI en una senda en la que nos van a controlar porque va a ser inevitable? ¿Cómo van a hacer Kirchner y su madre con esa escasa inteligencia emocional para aprobar ajuste y acompañar alguna misión que nos venga a controlar las cuentas si eso es exactamente el manual de lo que no quisieron hacer, de lo que no permitieron hacer y de lo convirtieron en un dogma?
Alberto Fernández se agarraba la cabeza cuando lo veía a ese desaforado Máximo Kirchner arruinar todo en el Congreso. Con su incompetencia política, el presidente del PJ bonaerense puso más en relevancia que la nueva conformación del parlamento responde a un mandato social que le dice basta.
El hijo de la vicepresidenta despreció los resultados de las elecciones legislativas. Es tan poco republicano su espíritu que revela que lo que anima al kirchnerismo es la democracia plebiscitaria, autoritaria, chavista. Con el simulacro de democracia de Nicaragua es con lo que realmente sueñan. Allí depositan sus ambiciones pero ya es tarde.
Una mayoría de argentinos se dio cuenta que el kirchnerismo es una vía muerta que nos conduce a un precipicio inevitable sin conciencia de la distancia que hay en la caída. Máximo Kirchner se ocupó de demostrarlo.
*Editorial de Pablo Rossi en Hora 21 por La Nación Más.